
El doble reto de la política fiscal
Hace unos días fueron presentados los resultados de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM), en donde se destaca que la pobreza en 2014 aumentó un 2.3% respecto al año anterior; pero la desigualdad disminuyó levemente. Esto indica que hay una mayor cantidad de personas que no tienen los ingresos suficientes siquiera para cubrir el costo de la canasta básica; es decir que el sacrosanto y tan venerado mercado, por algunos, no está generando los ingresos suficientes para erradicar la pobreza.
El Salvador es un país predominantemente urbano, pero la incidencia de la pobreza es mayor en el área rural. En comparación con los habitantes de las áreas urbanas, las poblaciones rurales continúan teniendo menor acceso a los bienes y servicios básicos tales como la educación y la capacitación, la salud, el agua potable y el saneamiento ambiental, generando con ello amplias brechas de bienestar, empleo e ingresos, lo que ha fomentado un círculo vicioso de pobreza. En 2014, 4 de cada 10 hogares del área rural se encontraban en situación de pobreza, en contraste los hogares urbanos eran 3 de cada 10.
El combate de la pobreza implica un aumento del ingreso de las personas pobres, el cual puede ocurrir solamente cuando todos los ingresos crecen, o cuando existe un proceso de redistribución. Tomando en cuenta que en El Salvador, el crecimiento económico es sumamente bajo y además no se cuenta con política monetaria, toda la responsabilidad recae en la política fiscal; la cual tiene un doble reto: reducir la desigualdad pero también la pobreza. Esto se puede hacer por medio de transferencias directas (comunidades solidarias, PATI), programas sociales (paquete agrícola, paquete escolar, vaso de leche, etc) o subsidios (al gas, agua, luz, transporte); dependiendo del monto y la focalización, estos instrumentos pueden ayudar a reducir la pobreza y la desigualdad.
Pero también importa en la forma cómo se financia el Estado, es decir quiénes pagan los impuestos. Pues no tendrá la misma incidencia un sistema tributario que depende de impuestos regresivos (como podría ser el IVA) que uno que dependa de impuestos progresivos (al patrimonio, sobre la renta). Por ello, cuando se modifica un impuesto, lo que se debe buscar es que quienes tienen más paguen más. Dejando de lado ese trillado, gastado e inválido argumento de que los inversionistas huirán de nuestro país si deben pagar más impuestos.
La próxima semana en el marco de la «Primera semana FIDA en El Salvador sobre Desarrollo rural - diálogo, conocimiento & articulación – el rostro humano del desarrollo», Icefi ha organizado un foro en el que se mostrará cuál es la incidencia de la política fiscal en la reducción de la desigualdad y la pobreza en Centroamérica, haciendo énfasis en el caso de El Salvador.
Uno de los hallazgos que se detallará es cómo en términos generales, las intervenciones fiscales (luego de pagar impuestos y recibir transferencias y subsidios) que afectan de manera contundente el ingreso de las familias en Centroamérica aumentan la pobreza en la región. Al analizar la pobreza utilizando las líneas internacionales —USD2.5 PPP (paridad del poder adquisitivo, por sus siglas en inglés) para la pobreza extrema y USD4 PPP para la pobreza total— se puede apreciar cómo este fenómeno se suscita tanto en el área urbana como en la rural. Sin embargo, la política fiscal sí es capaz de reducir la desigualdad, la cual viene dada por el lado del gasto y no por los impuestos; pues son los gastos en educación y salud los que tienen una mayor incidencia.
Ojalá que estos resultados ayuden a un debate informado, en el cual se comprenda la importancia que tiene la política fiscal, especialmente para El Salvador, así como las reformas integrales que se requieren para transformar su precaria situación. Pues en las posibilidades de reducir la desigualdad y de erradicar la pobreza, especialmente en las áreas rurales, se está jugando el éxito ético, político y económico de nuestro país.
Esta columna de opinión se publicó originalmente el 9 de noviembre de 2015 en Diario El Mundo de El Salvador