

Redimirse: la crisis del sistema de salud en Guatemala
En una reflexión más detenida, se da cuenta que su gesto de «rescatar a Hetty» solo lo provocó la vanidad, la lástima o la búsqueda de un mal menor. Solo entonces descubre que una confesión total y completa de sus faltas sería su única redención; no obstante, no está dispuesto a afrontar las consecuencias. Con furia desmedida ataca con un cuchillo su propia imagen en la pintura. Cuando la policía entra al cuarto encuentra su retrato con la frescura y juventud que tenía desde la adolescencia. A su lado, está el cuerpo envejecido, repulsivo y consumido de un hombre mayor en total decadencia; apuñalado en el corazón. Solo por medio de los anillos de oro son capaces de reconocerle como […].
Escondido en uno de los clásicos de la literatura occidental, Oscar Wilde nos regala la posibilidad de una reflexión esencial ante la crisis del sistema de salud. Por más de 20 años, ha sido escenario de una interminable lucha de poder sobre la decisión de garantizar o no el acceso universal a la salud en Guatemala. El problema ha tomado tantos giros políticos, técnicos, académicos y legales que se ha tornado difícil encontrarle sentido a la discusión política de fondo. No obstante, en el corazón del debate, puede vislumbrarse una pregunta muy simple ¿queremos garantizar el derecho a la salud a toda la ciudadanía?
En 2016 el sistema de salud yace colapsado y a la espera de una solución:
- Los gastos de bolsillo triplican el presupuesto del Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS). Estos gastos son generalmente catastróficos para las familias en pobreza. Con la población en pobreza en aumento (ENEI, 2014) y los salarios reales [diferenciados] en caída, el gasto de bolsillo está aún más comprometido.
- El presupuesto del MSPAS está estancado desde hace décadas. En 2016 disminuye a través de recortes a programas materno-infantil, desnutrición crónica y VIH/SIDA.
- La red de establecimientos del MSPAS es capaz de atender a la población del país en 1950. No obstante, el Estado evita presentar un plan de inversión nacional de infraestructura de salud, a pesar que en 2015 dejó de operar toda la red de oenegés que se subcontrataban como alianzas públicos-privados para prestar servicios de salud.
- El personal sanitario para atender a diez mil habitantes no es ni la mitad del estándar necesario. La capacidad institucional de formar nuevo personal es además limitada y las pocas personas formadas se trasladan a especialidades en el sector privado. Con los salarios e incentivos públicos, eso no es de extrañar. No obstante, la atención primaria, pilar de todo sistema de salud de un país, se resquebraja sin sus héroes.
- A pesar de no haber mayor cobertura pública en territorios rurales, el sector privado tampoco ha logrado compensar el vacío público. Los obstáculos siguen siendo los altos costos de entregar servicios en territorios sin caminos, agua, electricidad y personal médico.
Incapaces de aprender de los fracasos del pasado, actores internacionales y el mismo Estado se niegan a salir en limpio y reconocer sus faltas. Con sorpresas y donaciones quieren sostener la implosión de un rascacielos. Hablan con impresionante necedad de privatizar la salud, sin ver la evidencia más fría: con un gasto privado que triplica el público y sin presencia alguna de una red de servicios de salud del Estado, el sistema de salud en el país está privatizado desde hace décadas. Aun privatizando lo que queda, los costos de introducirse como empresa a territorios rurales abandonados son demasiados altos y los excedentes familiares tan pocos para encontrar ganancias.
«Solo entonces descubre que una confesión total y completa de sus faltas sería su única redención; no obstante, no está dispuesto a afrontar las consecuencias. Con furia desmedida ataca con un cuchillo su propia imagen en la pintura».
Pero el tiempo apremia y está de nuestro lado. Antes de encontrar un cuerpo apuñalado, reconocible solo por sus anillos de oro, veamos la posibilidad de recuperar el futuro. El sistema de salud necesita de una cirugía mayor que el propio MSPAS (2012) estimó en Q15 mil millones; pero la cirugía solo será posible si hay insumos para hacerla: se necesita de una reestructuración del Estado y de sus contratos sociales, uno, ineludible, es un nuevo Acuerdo Fiscal.