Sostenibilidad vrs. Suficiencia fiscal
La discusión de la deuda no solo gira en torno al monto adeudado, sino también a que una acumulación excesiva puede considerarse peligrosa para alcanzar una calificación de riesgo apropiada, así como que el peso de la misma en el presupuesto puede sustraer muchos recursos, haciendo difícil continuar con el financiamiento de las obras públicas.
Es obvio que debe buscarse que la deuda no sobrepase estándares considerados peligrosos, como los sugeridos por los organismos internacionales, en donde la misma no debiera superar 40% del PIB como medida del impacto global sobre la economía; o del 250% de los ingresos tributarios como aproximado a la capacidad de pago. A diciembre de 2015, Guatemala presentaba un saldo del 24.3% del PIB, en contraposición al 42.7% de Costa Rica; 46.4% de Honduras; 44.0% de El Salvador (sin sistema previsional); 38.8% de Panamá y 30.3% de Nicaragua (sin deuda del petróleo). Por otro lado, Guatemala presentaba deuda equivalente al 238.6% de los tributos, por debajo del 310.0% de Costa Rica; 297.0% de El Salvador; 270.8% de Honduras y 398.2% de Panamá, aun cuando superior al 196.4% de Nicaragua. Los datos muestran que el saldo de la deuda pública del país no es muy grande, si la comparamos con los vecinos centroamericanos, aun cuando si es preocupante cuando lo analizamos respecto de los ingresos tributarios.
La deuda en Guatemala es producto de una deficiencia estructural de ingresos tributarios (carga tributaria del 10.2%, de las más bajas del mundo), que no garantiza un nivel apropiado de ingresos para financiar los gastos públicos (también de los más bajos del mundo con 12.3% del PIB) y que provoca que el Ministerio de Finanzas Públicas haga malabares permanentes con el presupuesto. El tamaño del gobierno central de Centroamérica, que varía desde el 16.7% del PIB de El Salvador (sin sistema previsional); 17.9% en Nicaragua (sin gastos del fideicomiso de petróleo); 18.2% en Panamá; 20.8% en Costa Rica (sin la caja de seguridad social) y 22.6% en Honduras, muestra que aun cuando algunos países han acumulado niveles de deuda mayores, el esfuerzo resulta de fortalecer la participación del gobierno en la economía, que especialistas e instituciones internacionales sugieren que debiera oscilar en alrededor del 20.0% del PIB para naciones como Guatemala.
Lo anterior permite concluir en que aun cuando es importante la discusión de la sostenibilidad de la deuda guatemalteca para no endeudarnos más, es más importante establecer qué pasos y acciones debemos tomar como sociedad para que el gobierno disponga de los recursos suficientes para financiar sus programas, lo cual implica que la recaudación crezca para que no sea necesaria la contratación de deuda y la reducción del gasto para conducir a un estado de asfixia fiscal como el actual… esto implica preocuparse más por garantizar la suficiencia que la sostenibilidad fiscal.
Esta columna fue publicada el 18 de febrero de 2016 en revista "Crónica" de Guatemala