

Una imagen para la justicia fiscal
Imaginen por un momento que tienen la oportunidad de participar en un concurso fotográfico, cuya temática es la justicia fiscal. Su principal lineamiento es plasmar expresiones de la política fiscal como herramienta necesaria de los Estados para generar mejores condiciones de vida para la población.
Al hacer el ejercicio mental, en principio imagino aspectos negativos: adultos mayores carentes de seguridad social -a pesar de haber trabajado durante la mayor parte de su vida-, una población rural, desprotegida y olvidada, con grandes diferencias con respecto a sus pares urbanos, o niñas y niños carentes de espacios para su sano esparcimiento y desarrollo.
Mientras continuo, saltan en mi cabeza imágenes de nuestro deficiente sistema educativo. Profesores que reciben a sus sonrientes alumnos, a pesar de estar en aulas compartidas y con mobiliario obsoleto -por mencionar algunas de las falencias-. Luego pienso en retratar la consulta externa de los hospitales, repletas de personas que de no ser por el servicio público de salud no tendrían otra oportunidad de curar sus dolencias. Enfermeras y promotores de salud que hacen una labor digna de héroes, al caminar largos tramos para atender sus comunidades. Y así se van mezclando las imágenes agridulces, al pensar en el resto de servicios básicos necesarios para alcanzar niveles de vida dignos.
Sin embargo, al continuar con la búsqueda de una imagen qué retratar, se me ocurren situaciones más oscuras y posiblemente más difíciles de captar. Servidores públicos, involucrados en actos de corrupción –aceptando sobornos, utilizando su investidura para su beneficio, o enriqueciéndose ilícitamente del erario público, entre otros-. Mientras que empresarios grandes y pequeños utilizan artimañas para evadir o eludir impuestos; a la vez que exigen mejores servicios de seguridad, mejor infraestructura y mayor seguridad jurídica. Servicios por los cuales –muchas veces- no quieren pagar o contribuir de ninguna manera.
Así podría continuar evocando imágenes que se han vuelto parte de nuestra normalidad. Muchas de estas ilustran situaciones de injusticia -que a pesar de que nos generan malestar, es solo pasajero-. No obstante, al hacer un esfuerzo por seguir los lineamientos del imaginario concurso, me doy cuenta que la verdadera forma de representar la justicia fiscal, es eliminando todos los sucesos negativos antes mencionados.
Tendría entonces que reflejar una población que goza de igualdad de oportunidades para desarrollarse plenamente. Con servicios públicos de calidad que permitan romper las asimetrías. Servidores públicos dedicándose a realizar su mandato de forma honesta y responsable. Mientras todas y todos, contribuimos al erario público en concordancia con nuestras capacidades, conformando de esta forma un Estado fuerte y democrático, que vela por los intereses de su sociedad.
De momento, las imágenes que podemos evocar no muestran lo mencionado en el párrafo anterior. Y a pesar que este ha sido solo un ejercicio mental, es un esfuerzo que como sociedad debemos de repetir constantemente hasta ser conscientes de nuestro entorno; de manera que podamos evidenciar y ponerle un rostro a las injusticias, la cuales no permiten el avance de la democracia y el desarrollo en nuestro país. Al hacer esto, como ciudadanía nos volveremos un ente contralor que exige, a través del ejercicio de la justicia fiscal, una sociedad más justa y equitativa.
Esta columna fue publicada el 25 de febrero de 2016 en diario El Mundo de El Salvador