Autoritarismo

El caso de El Salvador presenta una situación política excepcional. Aquí, presenciamos una forma singular de consolidación de la autocracia que, sorprendentemente, se percibe como “cool”. A pesar de las pruebas concretas que indican una deficiente gestión gubernamental y la falta de respeto por los derechos ciudadanos, este régimen sigue recibiendo apoyo.

La dictadura de Daniel Ortega no es el único caso preocupante de regímenes autoritarios y antidemocráticos en Centroamérica. Quizá le siga el de Nayib Bukele en El Salvador. Caracterizado por una altísima popularidad, Bukele está gozando del sueño dorado de todo dictador, la aprobación y simpatía de la mayoría de la población de su país.
Las prácticas autoritarias y la simpatía por la dictadura son retrocesos que minan el incipiente proceso democrático centroamericano, cercenando las esperanzas de las grandes mayorías.

Las respuestas a la mayoría de estas preguntas lamentablemente son negativas, por lo que, en general, hoy los ejercicios de presupuesto o gobierno abierto en general carecen de legitimidad, incluso cuando tuvieron inicios exitosos y muy legítimos. Se parecen más a lo que, en la jerga del gobierno abierto se conoce como open wash, es decir, la manipulación maliciosa con el objetivo de «lavarle la cara» a un gobierno corrupto, antidemocrático, autoritario, represor o abiertamente dictatorial.












