

La necesidad de un nuevo enfoque en la SAT
En diciembre de 2017, el Departamento de Finanzas Públicas del Fondo Monetario Internacional –FMI- presentó su informe de evaluación del desempeño de la SAT, conocido por sus siglas en inglés como TADAT. En dicho informe, el FMI procedió a evaluar nueve áreas de gestión de la SAT por medio de 28 indicadores que tratan de sintetizar el quehacer de esta importante institucional pública.
Las áreas evaluadas fueron: 1) Integridad de bases de datos 2) Gestión de riesgo 3) Apoyo al cumplimiento voluntario 4) Presentación de declaraciones 5) Pago de impuestos 6) Exactitud de la información declarada 7) Resolución de litigios 8) Administración de la recaudación 9) Rendición de cuentas y transparencia. Los resultados de la evaluación, aunque con alcances limitados -no contempla aspectos como el funcionamiento del sistema aduanero; la solidez del plan de carrera y de los procesos internos, y la atención al contribuyente-, es un importante insumo para la planificación estratégica futura de la SAT.
La TADAT asigna una letra a cada proceso evaluado: A para los que cumplen con las buenas prácticas internacionales; B para los sólidos, aunque por debajo de la buena práctica internacional; C para desempeño débil, y D para desempeño insuficiente o no hay información. La calificación del FMI se resume en: 4 procesos con A; 3 con B; 9 con C, y 12 con D, en los que destacan como buenas prácticas internacionales: el uso de medios electrónicos para presentación electrónica de declaraciones y la presentación de las actividades en la Memoria de Labores. La calificación fría nos dice que si se asignara una calificación arbitraria considerando una A como 4 puntos, la SAT habría obtenido 55 puntos de un máximo de 112, o sea 49.1% del total.
Al observar los resultados merece recordar que ninguna administración tributaria en el mundo es capaz de controlar o fiscalizar a todos los contribuyentes, por lo que sus tareas primarias son: la creación de riesgo y el apoyo al cumplimiento voluntario, para promover que los contribuyentes paguen sus impuestos y reducir la evasión fiscal. Los dos elementos mencionados presentaron calificaciones de D y C, lo que de alguna forma desnuda gran parte de la baja moral tributaria de los contribuyentes del país y el continuo incremento de la evasión tributaria, del contrabando y por supuesto de la informalidad, aunque en estos últimos no son toda responsabilidad de la SAT.
Lo importante de la evaluación, aunque no es completa, es que refleja bastante bien la situación actual de los aspectos evaluados y confirma que la forma como se están haciendo las cosas no es la correcta. Por ello, a partir de la misma, las nuevas autoridades de la SAT deben establecer con claridad un nuevo enfoque de trabajo y definir los pasos a seguir para avanzar hacia la superación institucional y así lograr una mejora efectiva de la recaudación del país.
Esta columna fue publicada el 23 de marzo de 2018 en la Revista Contrapoder