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Los Estados centroamericanos deben apoyar más la lectura

Recientemente se celebró en la Ciudad de Guatemala, la XX Feria Internacional del Libro en Centroamérica (Filcen) y la XIII Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua). En el contexto de este espacio público, es importante reconocer el valor de los libros y la lectura para la construcción de sociedades democráticas, al ser estos instrumentos que fomentan el conocimiento, la concordia, la comprensión de la diversidad y la conciencia social.

En lo económico, una industria editorial estratégicamente desarrollada puede acompañar el proceso de transformación productiva de la sociedad, al tiempo en que crea valiosas y variadas plazas de trabajo diseminadas por el territorio.  En lo individual, leer aumenta las capacidades de aprendizaje y mejora el rendimiento escolar, aumentando la motivación, la participación plena y las competencias en la vida adulta.

Infortunadamente, la escasa información estadística que se genera sobre la lectura y la disponibilidad para la misma, revela que más de la mitad de los centroamericanos de una muestra representativa no lee ni siquiera un libro al año. Los datos confirman que los países con las mayores tasas de cobertura educativa y de alfabetismo, Costa Rica y Panamá, registran los mejores indicadores de lectura. Asimismo, cerca del 75% de la producción editorial registrada bajo el número estándar internacional del libro (ISBN, por sus siglas en inglés), se concentra en Costa Rica, Guatemala y Panamá, que suman más de veintidós mil títulos registrados en los últimos cinco años. En ese mismo período de tiempo, el comercio internacional relacionado con la industria editorial suma alrededor de un millardo de dólares.

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Basándose en los estudios del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), se puede inferir que el marco jurídico centroamericano relacionado con la lectura y el libro además de estar disperso en diferentes cuerpos legales, es incompleto frente a las necesidades actuales lo que dificulta un mayor apoyo e integración desde la administración pública.  

 Mejorar la lectura y la producción editorial en Centroamérica requerirá esfuerzos públicos en cinco esferas prioritarias. Primero, el derecho a la lectura. Los Estados deben garantizar el acceso a la lectura, cuidando la pertinencia cultural. En todos los países sí se han impulsado programas de alfabetización y escolarización, pero sin acceso permanente a libros. Segundo, disposición de bibliotecas. Los países deben concretar su sistema nacional de bibliotecas públicas que garantice una biblioteca en cada unidad territorial (municipio o equivalente) y que regule la existencia de bibliotecas en todas las instituciones educativas.

Tercero, en cuanto a la producción editorial y difusión del libro, si bien en algunos países existen incentivos fiscales a la producción y comercio de libros, no hay esfuerzos para fomentar una producción editorial incluyendo la traducción a otros idiomas nacionales. Los presupuestos públicos deben incluir un renglón para compras públicas de libros que surtan las escuelas y bibliotecas públicas, así como fondos asignados por concurso para la edición y publicación de autores nacionales, dando un énfasis especial a grupos tradicionalmente excluidos y aquellos con capacidades diferentes. Se debe apoyar también la operación y el financiamiento de ferias de libro de carácter internacional, nacional y municipal, así como congresos particulares, seminarios y talleres vinculados al ámbito editorial.

Cuarto, sobre la profesionalización. Se debe promover la formación profesional especializada en todas las áreas del sector editorial, intentando satisfacer las demandas a lo largo de todo el proceso: creación, edición, mediación, publicación, administración, difusión y diálogo. Finalmente, sobre el fomento a la creación literaria, sí bien existen algunos esfuerzos por promover concursos y premios a diversas formas de expresión literaria, estos son exiguos. Se debe apoyar la promoción de becas para autores o la creación de talleres, encuentros y congresos literarios, así como premios y certámenes que promuevan la cultura literaria. Se requieren apoyos públicos para la investigación de formas literarias particulares de las diferentes comunidades lingüísticas que habitan los países de la región.

Si la apuesta de los centroamericanos es la democracia y el desarrollo, sus Estados deben impulsar políticas públicas para la lectura, que estimulen desde la creación intelectual hasta la disposición de bibliotecas, pasando por programas para la promoción de la lectura y la alfabetización, la investigación y la escritura, el fomento a la producción editorial y la mediación pedagógica, la capacitación, la divulgación y la generación de espacios públicos idóneos para leer y dialogar. Urgen cambios legales, de política y presupuesto público para poder construir una sociedad con más escritores, lectores y libros. 

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