Niñas plenas y felices
La conmemoración del Día de la Niña debería llevarnos a reflexionar sobre todas las formas en las que les fallamos a las niñas.
Cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña con el propósito de promover el cumplimiento de sus derechos, para reconocer que, como niñas, se enfrentan a desafíos particulares y para impulsar su empoderamiento. Como parte de esa conmemoración se suele invitarnos a recordar nuestra niñez y homenajear a las niñas que alguna vez fuimos. Tuve el privilegio de ser una niña feliz, rodeada de una familia amorosa, que dentro de sus posibilidades me garantizó alimentación, educación, salud, vestuario, recreación, pero sobre todo que me permitió crecer sin restricciones como: “eso no es cosa de niñas”. Pero, insisto, yo fui una de las privilegiadas.
Ser niña en El Salvador no siempre es sinónimo de alegría o felicidad. La más reciente Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples reporta que en el país hay más de 724 mil niñas con edades entre los 4 y 17 años, de las cuales el 38.6% vive en situación de pobreza y el 14.9% no asiste a algún centro educativo; al ampliar el rango de edad de 0 a 17 años, se reportan más de 253 mil niñas y adolescentes que han sido abandonadas por uno o ambos padres. Por si esto fuera poco, las niñas y adolescentes no están exentas de ser víctimas de violencia sexual (estupro, agresión o violación): el Observatorio de Violencia contra la Mujer reporta que tan solo en los primeros 6 meses de este año se han registrado 1210 casos de violencia sexual en la Fiscalía General de la República en los que la víctima es una menor de edad; es decir que en El Salvador cada día por lo menos 7 niñas y adolescentes son violentadas sexualmente.
Y aunque existe un marco legal que busca proteger a las niñas, muchas veces se queda corto, por eso no es de extrañar que aunque el mantener relaciones sexuales con niñas menores de 15 años es considerado violación por nuestra legislación, tan solo en el primer semestre de este año el Ministerio de Salud reportó la atención de 284 niñas, entre 10 y 14 años, embarazadas. Esto se complejiza aún más cuando recordamos que, si como resultado de la violencia sexual se produce un embarazo, las niñas y adolescentes, al igual que el resto de mujeres en El Salvador, no tendrán el derecho de decidir sobre su cuerpo, porque incluso en ese caso la interrupción del embarazo es criminalizada, y la niña o adolescente se enfrentaría a condenas penales más severas que las que enfrentaría su abusador.
Con la llegada de la pandemia, todas estas amenazas sistémicas se han intensificado y han surgido nuevas. Plan Internacional señala que en los hogares más pobres las niñas han tenido que incorporarse a las actividades laborales para asegurar la subsistencia del hogar; las niñas y adolescentes también han sido afectadas por la sobrecarga de las labores de cuido; la virtualización ha limitado el acceso a la educación, en especial para quienes habitan en zonas con baja conectividad; las medidas de confinamiento han provocado pérdida de ingresos familiares, lo que a su vez genera un aumento del estrés y un desgaste físico y emocional en la familia, creando precondiciones para el ejercicio de violencia en contra de las personas en situación de mayor vulnerabilidad, incluyendo a las niñas y las adolescentes.
La conmemoración del Día de la Niña debería llevarnos a reflexionar sobre todas las formas en las que les fallamos a las niñas, pero especialmente debería conducirnos a abogar por políticas públicas que promuevan su empoderamiento, para que con base en conocimiento y capacidades fortalecidas, las niñas y adolescentes tengan el poder, la libertad, la información y el apoyo para gozar plenamente sus derechos y para que sus sueños y aspiraciones se hagan realidad. Políticas públicas encaminadas al fortalecimiento del marco legal e institucional que garantiza los derechos de las niñas. Políticas públicas que cuenten con los recursos financieros necesarios para que el Estado provea bienes y servicios públicos gratuitos, universales y de calidad a las menores. En fin, en el Día de la Niña debemos exigir políticas públicas que garantice a todas y cada una de las niñas y adolescentes proyectos de vida plenos y felices.
Lourdes Molina Escalante // Economista sénior / @lb_esc
Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo, disponible aquí.