La economía salvadoreña crecerá en 2021 más de lo que se esperaba, pero en 2022 volverá a la trampa de bajo crecimiento económico en la que ha estado sumida por más de dos décadas. La pobreza extrema, la desigualdad y el hambre han incrementado en el país. El deterioro de la institucionalidad democrática y la concentración del poder están siendo de forma vertiginosa. Por el lado de los ingresos, el proyecto de presupuesto, presenta una sobreestimación de ingresos y continúa la regresividad del sistema tributario en su conjunto. El gasto público muestra un aumento en salarios y una reducción en bienes y servicios. Preocupan los recortes hacia programas destinados a grupos vulnerabilizados, así como de la educación media y superior y la red hospitalaria. Hay una serie de partidas presupuestarias subestimadas. En 2022, los niveles de déficit fiscal continuaran siendo altos y la deuda pública seguirá creciendo, reflejando la gravedad de la situación fiscal de El Salvador. Hay graves retrocesos en el acceso a la información pública y la participación ciudadana. La actual política fiscal en El Salvador no permite el cumplimiento de los ODS, el avance del desarrollo económico ni fortalece la democracia. Paralelo al presupuesto debe plantearse una hoja de ruta en el ámbito fiscal vinculada al fortalecimiento de la democracia, el avance en el desarrollo y la garantía en los derechos.