La crisis democrática por la que atraviesa Guatemala es el resultado directo de las actuaciones de la fiscal general, del fiscal especial contra la impunidad y un juez.
Los elementos anteriores son una señal inequívoca de que la situación fiscal continua siendo crítica e insostenible.
En ocasiones anteriores he señalado que la política fiscal es el instrumento con el que cuenta un gobierno para reducir la desigualdad y erradicar la pobreza, para ello pueden hacer uso de impuestos progresivos, así como del gasto público social en áreas como salud y educación.
Pese a las notables transformaciones y los avances médicos, en Guatemala siguen muriendo silenciosamente cientos de mujeres como consecuencia de complicaciones en el embarazo, durante o después del parto, una tragedia que crece ante el hecho que una gran mayoría de estos decesos son prevenibles. Para muchas mujeres en Guatemala, ejercer el derecho fundamental de acceder a atención profesional y servicios de salud materna o reproductiva es un reto, en demasiados casos, insuperable.
El caso de El Salvador presenta una situación política excepcional. Aquí, presenciamos una forma singular de consolidación de la autocracia que, sorprendentemente, se percibe como “cool”. A pesar de las pruebas concretas que indican una deficiente gestión gubernamental y la falta de respeto por los derechos ciudadanos, este régimen sigue recibiendo apoyo.
Después de una estupenda década en el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), ha llegado el momento de emprender una nueva etapa.
El presupuesto debe atender nuestras necesidades y derechos, no los intereses particulares de nuestros gobernantes. Como ciudadanía tenemos derecho a opinar, participar y exigir transparencia en las decisiones que definen cuántos impuestos se van a recaudar y quiénes los pagarán.
La política salvadoreña se ha convertido en un burdo teatro donde hay personajes que representan una (mala) obra de ficción.
Algunos adoptan papeles donde solo dedican a realizar promesas y declaraciones grandilocuentes para hacerle creer al espectador que su mundo de fantasías es el real. Hay otros que se han tenido que conformar con solo hacer el papel de marionetas o simples macetas.
Esta recesión democrática se refiere al declive y vulnerabilidad a la que han llegado los países de la región latinoamericana.
Por este tipo de prácticas no resulta extraño que El Salvador resulte mal evaluado a nivel internacional.
La evaluación del presupuesto debe abarcar más de un simple ejercicio de sube y baja, o de aplicación de visiones preestablecidas. Debe ser un momento de reflexión para identificar si la sociedad y su Estado, caminan por la senda correcta.-